Evaristo Valle: Las dos meriendas

En marzo de 1905, Evaristo Valle (1873-1951) presentó al Salón de la Société Nationale des Beaux-Arts de París un cuadro bajo el título de Le goûter (Asturies), es decir, La merienda (Asturias). El cuadro fue admitido por el jurado y estuvo expuesto en el Salón entre el 14 de abril y el 30 de junio de ese año. En marzo de 2024, un particular francés envió a la Fundación Museo Evaristo Valle un correo electrónico donde solicitaba ayuda para obtener información sobre un lienzo que había llegado a manos de la familia a través de su bisabuela. Cómo esta mujer se había hecho con la obra en Varengeville-sur-Mer, Normandía, resultaba un misterio para el remitente. Durante los ciento diecinueve años que mediaron entre ambos hechos, tan solo una antigua fotografía conservada en el archivo personal del pintor dio testimonio de la posible existencia de Le goûter.

Explicar cómo el lienzo había terminado en Varengeville-sur-Mer era a priori sencillo y bastaba un nombre: el del periodista Luis Bonafoux Quintero (1855-1918). En octubre de 1903, cuando Valle llegó a París dispuesto a iniciar su andadura de pintor, Bonafoux, odiado y admirado a partes iguales, trabajaba como corresponsal del Heraldo de Madrid y vivía en Asnières, pueblecito cercano a la capital, lo que justificó ser motejado por sus enemigos la víbora de Asnières. Dreyfusista y de simpatías anarquistas, su beneplácito constituía la puerta de entrada para los artistas españoles en la capital francesa. El 14 de noviembre de ese mismo año escribió en el Heraldo: “bien se me alcanza que haya venido de España a París el pintor asturiano Evaristo Valle […]; pero en cualquier rincón del mundo donde estuviese él daría excelente fruto su talento […]. […] es un pintorazo con temperamento, ideas propias, entusiasmos, con cosas, en fin”. El 21 de febrero de 1904, Valle caricaturizó a Bonafoux en las páginas de Alma Española, una de las revistas más importantes de la Generación del 98 y, lejos de emplear el recurso de la víbora de Asnières para ello, prefirió representarlo como un águila, con la lucidez y osadía que sus amigos admiraban. Pluma en garra, sobrevuela una ciudad híbrido de Madrid y París. De niño, Valle ya había demostrado sus dotes como caricaturista con el acérrimo enemigo de Bonafoux, Leopoldo Alas Clarín (1852-1901).

Además de su residencia de Asnières, Bonafoux pasaba temporadas en Varengeville-sur-Mer, lugar que Valle también tuvo la oportunidad de conocer, en un “día felicísimo” que Bonafoux pasó “respirando conmigo aquellos aires puros y enseñándome y contándome cosas de aquel bravo y bellísimo país que tanto se parece á Asturias: la sirena del faro próximo que silbaba y aullaba como un gigante herido de muerte y en las tenebrosas noches causaba terror; la tumba de un señor inglés, en una pequeña parcela casi colgada de la cima del negro acantilado que se elevaba 200 ó 300 metros sobre el nivel del mar […].” Son reconocibles en este relato el faro de la Punta de Ailly, entre Varengeville y Sainte-Marguerite-sur-Mer y el cementerio marítimo de Varengeville, en torno a la iglesia de Saint Valéry, en lo alto de los acantilados de creta de Ailly, escenario favorito de impresionistas y simbolistas como Camille Pisarro (1830-1903), Claude Monet (1840-1926) y Jean-Francis Auburtin (1866-1930). Valle hubo de visitar otras estaciones balnearias de la costa d’Albâtre entre Varengeville y Étretat, como la playa de Fécamp, que quizá le inspiró la elegante escena de En la playa. Al cierre del Salón de la Sociedad Nacional de Bellas Artes en junio de 1905, el pintor ya no se encontraba en París. No volvería a la ciudad hasta 1908, y ¿quién mejor que su amigo Bonafoux podría haberse hecho cargo de Le goûter?

Sin duda satisfecho con la composición, Valle repitió la escena con un tratamiento más naturalista y la presentó en su primera muestra individual en Gijón, en diciembre de 1907, como La merienda, ambientada en este caso en una paisaje costero que recuerda al del concejo de Carreño, del que también es propia la tipología de la ermita en ambas versiones. La familia materna de Valle, los Suárez Quirós, hundían sus raíces en Carreño, en el solar de Logrezana y acudían todos los veranos a las fiestas de la Sacramentales de San Lorenzo en Carrió, también frecuentadas por Clarín: populosas romerías que convivían en el concejo con curiosos cultos privados, como el de las reliquias de Santa Clementina de Roma en la capilla del Palacio de los Bernaldo de Quirós.

Sin embargo, ante estas informaciones, los propietarios de la obra en marzo de 2024 negaron cualquier relación de sus antepasados con Bonafoux o con Valle e incluso desconocían sus nombres, salvo la firma en el cuadro. Creían que el lienzo podía tener alguna relación con Georges Braque (1882-1963), quien se había construido una casa en la vecindad en 1930, el mismo año en que se levantó la propiedad familiar a la que, tras su matrimonio, su bisabuela llevó Le goûter y lo colocó presidiendo la sala principal de la vivienda. Cobró relevancia entonces una carta enviada por Tulio Bonafoux (1890-1954), hijo de Luis Bonafoux, a Valle en 1950: “Nosotros salimos con vida de la guerra por verdadero milagro […]. Nuestra casita de Normandía sufrió menos materialmente, pero más espiritualmente, porque la soldadesca la dejó vacía. […] me dolió profundamente la pérdida de todos los lienzos que usted le regaló a papá en París y que queríamos todos tanto.” Tulio Bonafoux tenía que referirse en esta misiva a la Segunda Guerra Mundial, porque había visto a Valle por última vez en 1924, en Londres. También periodista, Tulio se había nacionalizado británico en 1911. En julio de 1915, Luis Bonafoux fue expulsado de Francia, por su postura pacifista ante la Gran Guerra, y se estableció en Inglaterra, siguiendo el camino de su hijo. La casa de Normandía habría sido simplemente cerrada y abandonada, aunque Tulio pasó en el continente buena parte de la guerra, en los campos de batalla (el Somme, Albert, Bapaume, Arras, Mametz…), como corresponsal de crónicas publicadas también en el Heraldo de Madrid.

No obstante, los registros de los Archivos Departamentales de la región de Seine-Maritime permiten matizar la historia de la vivienda normanda de los Bonafoux: en 1909 y 1910, Luis Bonafoux construyó dos casas en Vasterival, también entre Varengeville y Sainte-Margarite-sur-Mer, cuyos acantilados bien pueden ser el fondo del Retrato de Luis Bonafoux que Valle pintó con motivo de su inesperada muerte, en noviembre de 1918. En 1924, ambas edificaciones habrían sido vendidas por los herederos de Bonafoux a Max Frankenberg, exportador residente en París. En 1946, una de las dos se declaró destruida durante la Segunda Guerra Mundial. En definitiva, cuando Tulio visitó el lugar por entonces, aquella “casita de Normandía” y lo que contuviera ya no les pertenecía desde hacía veinte años.

Tras la adquisición del cuadro por un particular español con la intención de depositarlo en el Museo Evaristo Valle, Le goûter llegó a Asturias en octubre de 2024.  Su análisis por el equipo del museo y la posterior restauración, a cargo de Laura Rodríguez Noval, pusieron de manifiesto nuevos datos relevantes: aunque se trate de un paisaje asturiano, Valle lo pintó en Francia, pues la tela jamás estuvo enrollada y nunca había sido retirada del bastidor original, que es de tipo francés o inglés, con doble cuña. En París, Valle compraba sus telas en el distrito VI, chez Blanchet, en el 38 de la  rue Bonaparte. La divisa de Blanchet era « À la palette d’or » y su sello en forma de paleta de pintor aparece en el reverso de numerosos lienzos del artista, pero no en el de Le goûter. Este soporte industrial, mezcla de algodón y lino, no fue adquirido a Blanchet. Resulta interesante señalar en este punto que en los ancestros de la familia normanda que dio noticia de la existencia de la obra se documentan varias generaciones de tejedores en las vecinas localidades de Luneray y Gruchet-Saint-Siméon, muy destacadas por su industria textil.

Siempre se ha creído que la presencia de Valle en Normandía habría sido anecdótica y en compañía de Bonafoux. No obstante, el propio Bonafoux relataba como el pintor aborrecía el clima parisino: “Aquí no hay luz. No es posible trabajar más de una hora, escasamente. ¡Ah, Asturias, Asturias, tan clara, tan hermosa y pintoresca!…” ¿No habría encontrado Valle en Normandía, “bravo y bellísimo país que tanto se parece á Asturias”, un lugar a una distancia razonable de París donde pintar? Siendo la zona destino de artistas desde mediados del siglo XIX, podría haberse surtido de materiales artísticos e incluso haber trabado amistades con los industriales y obreros de la zona, ambiente que tampoco era ajeno a aquel en el que dio sus primeros pasos profesionales en el Gijón de fines del siglo XIX, entre azucareras, litografías y refinerías de petróleo.

Un último interrogante: ¿con cuál de todas estas hipótesis y escenarios tienen que ver las iniciales -“S. C.” o “S. L.”- que aparecen en la esquina del pañuelo que una mujer sostiene en sus rodillas en el centro de Le goûter? ¿Con Carreño, con París, con Normandía? Una inscripción que forma parte de la capa pictórica original y que constituye un caso único en la producción de Valle.

Bajo el título “Las dos meriendas” esta exposición reúne Le goûter con La merienda conservada en la colección del Museo de Bellas Artes de Asturias y procedente de la dación de Pedro Masaveu, además de las visiones del paisaje normando presentes en el Retrato de Luis Bonafoux y En la playa y otros dibujos y documentos del archivo personal de Evaristo Valle.

Gretel Piquer Viniegra

Enero de 2025

Evaristo Valle, Le goûter, c. 1905. Óleo sobre lienzo, 68,5 x 98,5 cm. Fundación Museo Evaristo Valle. Depósito colección particular.

La exposición podrá visitarse entre el 12 de enero y el 20 de abril de 2025.

Colaboran: Fundación Municipal de Cultura, Educación y Universidad Popular del Ayuntamiento de Gijón y Museo de Bellas Artes de Asturias