Florencio Rodríguez / Evaristo Valle

El indiano, emprendedor y filántropo Florencio Rodríguez (1840-1906)  nació en Pola de Siero, en el seno de una familia numerosa y humilde, en la que fue el único de los hijos varones que alcanzó la edad adulta. Huérfano de madre a los tres años de edad, estuvo dedicado al cuidado de su padre, quien murió ciego en su adolescencia. Y entonces emprendió el camino de la emigración. Pasó veinticinco años en Cuba, dedicado a la importación y venta de tejidos en Matanzas y La Habana. Allí se casó con Aurelia Planell y Massuet, de ascendencia catalana, y con ella y el hijo de ambos, Florencio Rodríguez Planell (1873-1906), regresó a Asturias en 1885, instalándose en Gijón. Fallecida Aurelia en 1888, Rodríguez contrajo segundas nupcias con Carmen González Fernández, sobrina de Marciana Fernández (1844-1912), madre del futuro pintor Evaristo Valle (1873-1951).

En 1892, los lazos entre ambas familias se estrecharon aún más: Florencio Rodríguez Planell se casó con María del Valle, hermana de Evaristo. La atención de Florencio Rodríguez se extendió entonces a toda la familia Del Valle: gestionó una pensión para Marciana Fernández, quien había enviudado del jurista Evaristo del Valle (1826-1884) en Puerto Rico, y entre 1895 y 1896 incorporó a sus hijos Antonio (1875-1957) y Evaristo a la plantilla de trabajadores de su Casa de Banca, abierta en diciembre de 1894 y que se constituiría en 1899 en el Banco de Gijón.

A partir de 1898, cuando Evaristo Valle partió por primera vez a París, contratado como dibujante litógrafo, Florencio Rodríguez se convirtió en su primer mecenas. Ya en La Habana, el indiano había estrechado lazos con socios en la capital francesa y confió a Valle a uno de ellos, con una carta de crédito de doscientos francos, equivalente a ocho meses de sueldo en su Casa de Banca.

En 1905, Rodríguez encargó a Valle una pintura de El asilo de Pola de Siero, que había fundado en 1882, sin duda como recuerdo a su padre, y costeado desde entonces. Evaristo recibió tres mil pesetas por la obra, que ocupó un lugar preferente en el despacho de su comitente, donde sorprendía siempre a los visitantes. Tal vez porque Valle, en lugar de ensalzar la arquitectura, había centrado su atención en los residentes y sus cuidadoras, las Hermanitas de Ancianos Desamparados.

Tras el fallecimiento de Florencio Rodríguez el 1 de junio de 1906, el Consejo del Banco de Gijón encargó su retrato a Valle, para perpetuar la memoria de su Presidente y Director Gerente, que fue colocado en un lugar preferente en la sala del Consejo. El cuadro sería destruido durante la Guerra Civil y, a comienzos de los años cuarenta, Evaristo pintó una segunda versión del mismo, inspirada para el modelado de la figura y el rostro en sendas fotografías de Manuel Alviach (1846-1924). Esta nueva versión de la efigie fue con toda probabilidad encargada al artista por José María Rodríguez (1891-1963), hijo de Florencio y Carmen González y máximo accionista del Banco, quien estaba casado con María Rodríguez del Valle (1896-1981), sobrina del pintor y fundadora del Museo Evaristo Valle.

Valle había comenzado ya en la década de 1910 una galería de retratos familiares a petición del matrimonio Rodríguez: del Retrato de Carmen González se conserva un apunte en un álbum de dibujos que puede datarse entre 1917 y 1919, como parte de un repertorio de bocetos de miembros de las familias Rodríguez y Valle: Florencio Rodríguez Planell, María del Valle Fernández y Florencio Rodríguez. Un proyecto que el pintor retomaría tras la Guerra Civil y para el que se ayudó de fotografías firmadas por el estudio parisino de Charles Reutlinger (1816-1881). Ejemplo de como los descendientes de Florencio Rodríguez continuaron el mecenazgo emprendido por el indiano en el campo de las Bellas Artes.

Evaristo Valle (Gijón, 1873-1951). Retrato de Florencio Rodríguez, c. 1941
Óleo sobre lienzo. Gijón, Fundación Museo Evaristo Valle