En La ventana: Phoenix 03 (2025), de Laurent Martin «Lo»

Laurent Martin “Lo” (París, 1955), residente en el Ampurdán, la obra de “Lo” ha sido expuesta internacionalmente en instituciones como Museu Can Mario, Fundación Vila Casas y 10 Chancery Lane Gallery, y en ferias como Art Basel Hong Kong, Frieze Seoul, Art Paris, KIAF Seoul, Art Central y Art Rotterdam. Ha colaborado con la Fundación Cartier y está representado por galerías como Alzueta Gallery y Le Sentiment des Choses. Sus esculturas forman parte de numerosas colecciones públicas y privadas, incluyendo el M+ Museum de Hong Kong, Koo House Museum of Art and Design (Corea del Sur) y la Fundació Vila Casas (Barcelona).

En 2025 “Lo” expone en el Museo Evaristo Valle 32 de sus esculturas de Bambú junto con material documental y de trabajo entre las que se encuentran obras de reciente creación como es el caso de Phoenix 03, que el artista deja en donación para que pase a formar parte de la colección de arte contemporáneo del museo y que ahora se muestra en La ventana.

Como escribe Sana López-Abellán, comisaria de la exposición Bamboo Planet: Laurent Martin “Lo” no es un escultor. Es un amante del bambú. Su viaje no comenzó con la ambición de hacer arte, sino con el descubrimiento de un material que transformaría toda su vida. Mientras trabajaba en un proyecto de arquitectura de interiores en Barcelona, se encontró con el bambú y su sorprendente resistencia, flexibilidad y particularidades orgánicas. Ese momento de revelación marcó el inicio de un diálogo de por vida. El bambú le habló a través de sus fibras, su durabilidad, su gracia.

“Lo” encontró en el bambú no solo un material, sino una filosofía. Durante más de dos décadas, ha seguido su rastro desde Barcelona hasta las selvas tropicales de Asia, pasando por México, Brasil, Indonesia y más allá. En cada lugar, estudió con artesanos maestros, absorbiendo las sabidurías ancestrales que ven el bambú no solo como una herramienta, sino como una entidad espiritual.

El bambú, tal como lo entiende el artista, no es inerte. Está vivo. Se dobla sin romperse, se estira hacia el cielo con una determinación elegante, y nos recuerda que el equilibrio no es quietud, sino movimiento. Para “Lo”, trabajar con bambú es como un ritual; escucha con las manos. Cada brote que divide, estudia y guía se convierte en parte de una coreografía mayor, una búsqueda de equilibrio no solo en la estructura, sino en la vida misma.