Otras guerras: José Luis Posada / Roberto Matta / Antonio Saura / Mariano Moré
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Otras guerras: Mariano Moré en Marruecos (1921-1933)
Comisariada por Juan Carlos Aparicio Vega, doctor en Historia del Arte y profesor en la Universidad de Oviedo.
Una vez completada su formación en Madrid bajo la tutela de Cecilio Pla (1860-1934), el joven pintor Mariano Moré (Gijón, 1899- Oviedo,1974) inició su carrera artística, que tuvo su punto de partida en la Segunda Exposición de Bellas Artes presentada por la tertulia La Claraboya en la Universidad de Oviedo en septiembre de 1918. Tres años más tarde, pudo celebrar ya su primera muestra personal en el Ateneo Obrero de Gijón, donde siendo un niño había tomado sus primeras clases de la mano del paisajista Nemesio Lavilla (1860-1946). Sin embargo, aquel mes de agosto de 1921 su vida se vio afectada drásticamente por los vaivenes políticos relacionados con uno de los momentos más complicados del reinado de Alfonso XIII, que obligaron a su inmediato desplazamiento a tierras norafricanas, donde permaneció movilizado hasta los últimos días de 1923. La guerra supuso una clara interrupción justo cuando el artista se encontraba cimentando su desempeño profesional.
El joven gijonés fue inscrito como reservista en el reemplazo de 1920, habiendo cumplido los 21 años, una vez alistado por el ayuntamiento de su ciudad y acogiéndose a los Beneficios del capítulo XX de la Ley de Reclutamiento que estaba en vigor en aquel periodo y por el cual estaba obligado a prestar sus servicios en filas de seis meses dividido en dos periodos trimestrales. El día 1 de junio de 1920 se incorporó como soldado de cuota al Regimiento de Infantería Tarragona nº 78, comandado entonces por el Coronel Ildefonso Echevarría y Cárdenas. Moré prestó juramento de Fidelidad a la Bandera el 1 de julio del mismo año. El 31 de agosto pasó a situación de licencia ilimitada, fijando su residencia en la plaza de Gijón.
Al producirse en el verano de 1921 los sucesos de Melilla, conocidos como Desastre de Annual, nuestro artista fue incorporado el 13 de agosto nuevamente a su Regimiento, incluyéndose entre los efectivos que conformaron el Batallón expedicionario que salió para África el 31 de ese mes. El día 4 de septiembre llegaron a Sevilla y después de varios días embarcaron con destino a Ceuta.
Mariano Moré formó parte de la tercera compañía del Batallón que mandaba el Capitán Manuel Castell y Salido. Una vez llegados a Ceuta, se desplazaron por jornadas ordinarias hasta Tetuán, cubriendo posiciones en el sector de Beni-Aros, destacando la Sahalá y Muñoz Crespo. Entre sus funciones estuvieron la protección de convoyes, aguas y carreteras. En esta situación estuvo por espacio de cerca de tres años, siendo repatriado de nuevo a Gijón sano y salvo, donde se incorporó a la Plana Mayor de su Regimiento y recibió finalmente la concesión de pasar a la segunda situación de servicio activo con fecha de 22 de febrero de 1924. El destacamento al que estuvo vinculado varios años Moré tenía su acomodo en el Cuartel de Infantería Alfonso XII, situado en el Coto de Nicolás.
Este largo periodo, en plena juventud del artista, imposibilitó que éste pudiera ejercer su recién estrenado oficio de pintor. Sin embargo, durante su estancia africana se dedicaría, en su tiempo libre, a dibujar cuanto vio. El artista asturiano combinó sus obligaciones militares con la ejecución de dibujos para el diario La Prensa de Gijón, además de otros tomados para sí y preservados para siempre en sus cuadernos. Los originales, una cuarentena de trabajos que remitió al periódico, se conocen únicamente gracias a los ejemplares publicados y ofrecen un precioso mosaico de retratos (casi caricaturas) de compañeros suyos del Batallón Tarragona, además de incluir unos pocos apuntes relacionados con la vida de los soldados en aquellos tiempos de guerra.
Mariano Moré. El álbum de Marruecos (1921-1923) pretende evocar aquel episodio principalmente a través de sus dibujos privados, algunos inéditos, que se acompañan ahora de algunos de los apuntes reproducidos en La Prensa, y, sobre todo, de un álbum fotográfico en que aparece retratado el autor junto a otros soldados de infantería con que compartió estos años. Este reducido conjunto de instantáneas constituye un valioso testimonio para reconstruir sus pasos y al tiempo se da resumida cuenta del propio viaje de ida y, en definitiva, de la importante experiencia allí vivida.
Asimismo, se exhibe uno de los cuadros de asunto africano que presentó en los escaparates del conocido bazar gijonés de Benigno Piquero durante la Navidad de 1923. Su periodo militar culminaría con el desfile de las tropas de su Regimiento en junio de 1924.
Otras guerras: José Luis Posada, Litografías de la serie Todavía (1975-1977)
De entre las diecinueve series de litografías que componen el núcleo fundamental de la producción de José Luis Posada (Villaviciosa, 1929-San Antonio de los Baños, Cuba, 2002) como grabador, la titulada Todavía contiene en su génesis una mezcla entre las situaciones míticas de su primera conciencia, su ideología y el contexto de la realización de las obras: sus recuerdos de infancia -pánico, horror y bombardeos en España; hambre, penuria y escarnio en los campos de acogida franceses- y un lúcido análisis y preocupación por los problemas de su tiempo.
Como adulto, Posada no fue ajeno a hacer la guerra: pequeño burgués que a finales de la década de 1950 poseía un próspero negocio en San Antonio de los Baños, una casa y un barco, en 1959 abandonó familia, vivienda y trabajo para integrarse en las Milicias Nacionales Revolucionarias. En 1961 y 1962 participó en la Limpia de Escambray, la batalla de Playa Girón y las movilizaciones de la Crisis de los Misiles.
Desarrollada a lo largo de cinco años (1973-1977), Todavía denuncia en su conjunto la alienación del hombre contemporáneo y satiriza a los que contribuyen a su desdicha, aunque sea mercadeando con sus sueños y utopías. Con un carácter progresivamente más pesimista, existencial y angustioso, la evolución de los motivos de las estampas corre en paralelo a la de una revolución que empieza a separarse de la trayectoria prevista por los sueños.
Hay características y motivos en Todavía que entroncan con el surrealismo pictórico clásico: la intercomunicación o simbiosis entre lo mineral y lo orgánico, lo mecánico y lo humano, lo humano y lo animal…, es decir, la plasmación de un reino natural indiferenciado; también lo viscoso, el enmarañamiento y la levitación.
Homúnculos mutilados, momificados, resecos, embrionarios; majas y toreros decrépitos, crisálidas rocosas, batracios, cadáveres exquisitos, monstruos blandos, animáculos con excrecencias, esqueletos, sables, pistolas, alambres de espino, látigos… ponen de manifiesto asimismo la influencia de otros artistas cuya estética ha sido emparentada con la de Posada: Goya, George Grosz y Otto Dix.
Dix recoge en su serie de grabados La guerra el testigo de los Desastres de Goya: muerte, desolación, horror y tragedia devenida en sátira grotesca, la misma que Grosz insufla a sus imágenes de crítica a burócratas, oportunistas y políticos mediocres, que son, en esencia, los mismos gordos capitalistas con chistera de Posada.
Otras guerras: José Luis Posada / Roberto Matta / Antonio Saura. Tintas del Congreso Cultural de la Habana (1968)
En 1968, entre el 4 y el 12 de enero, tuvo lugar el Congreso Cultural de la Habana, que, en un contexto de revolución y bloqueo, supuso la reunión de quinientos artistas e intelectuales de setenta países para examinar los problemas de la cultura en relación con el Tercer Mundo, en un convulso escenario a escala mundial marcado por la guerra de Vietnam y los movimientos sociales: Mayo del 68, Primavera de Praga, luchas estudiantiles y sindicales en México, España, Italia…
Entre los concurrentes se encontraba Roberto Matta (Santiago de Chile, 1911-Civitavecchia, 2002), arquitecto formado con Le Corbusier, Alvar Aalto, Walter Gropius y Moholy-Nagy, que terminó integrándose en el grupo surrealista francés tras colaborar con Sert y Lacasa en el diseño del Pabellón de la República Española para la Exposición Internacional de París de 1937. Al comenzar la Segunda Guerra Mundial, Matta se trasladó a Nueva York y empezó a relacionarse con los jóvenes artistas norteamericanos: Jackson Pollock, Arshile Gorky, Mark Rothko. Su influencia, combinada con la del muralismo mexicano, sentaría las bases del expresionismo abstracto. De regreso en Europa, su arte fue tomando un progresivo sentido de conciencia social, entendiendo al artista como un proscrito que debía remover las conciencias de los espectadores. También había militado brevemente en el surrealismo parisino Antonio Saura (Huesca, 1930-Cuenca, 1998), fundador -junto a Manolo Millares, Juana Francés, Pablo Serrano, Rafael Canogar y Luis Feito, entre otros- del grupo El Paso en 1957. A las tendencias del informalismo europeo y el expresionismo abstracto, Saura sumó la herencia de tradición pictórica española, especialmente Velázquez y Goya.
Asimismo presente en el Congreso de La Habana, Antonio Saura se reunió con Matta y “el Gallego» José Luis Posada (Villaviciosa, 1929-San Antonio de los Baños, Cuba, 2002) en una sesión pictórica a tres manos -tinta sobre papel- documentada fotográficamente. En 1968, el reconocimiento de Posada era total dentro y fuera de Cuba, y los resultados de la sesión terminarían publicándose en los dos suplementos del diario Juventud Rebelde en los que colaboraba: el satírico El Sable y el artístico El Caimán Barbudo. El mismo mes de enero apareció una edición especial conjunta de El Sable y El Caimán Barbudo, dirigida por Matta y Posada. En mayo, mientras Matta participaba en las manifestaciones de París, salió a la luz un número extraordinario de El Caimán Barbudo ilustrado por Posada, Matta y Saura. La edición estaba dedicada a la destrucción de la antigua capital vietnamita de Hue, en la batalla que se prolongó entre el 30 de enero y el 3 de marzo de 1968 y determinó el cambio de la opinión pública estadounidense respecto a la guerra de Vietnam.
Del 21 de abril al 30 de septiembre de 2024