Colección de Bonsai de Rolf Beyebach en la Fundación Museo Evaristo Valle, Somió-Gijón.

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30Mar
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La Fundación Museo Evaristo Valle, con su magnífico y centenario gran jardín y los edificios del museo, es un conocido y muy importante centro de arte contemporáneo, que contiene, aparte de obras del propio Evaristo Valle, una importante colección con obras de destacados artistas, mayoritariamente asturianos, como Joaquín Rubio Camín, Melquiades Alvarez, Reyes Díaz, Javier del Río, Pablo Maojo, Christa Beissel, entre otros.

Pero la Fundación también alberga en un rincón otra faceta muy diferente del arte, el Bonsai. Este milenario/prehistórico arte asiático se inició en China hace unos doscientos años antes del comienzo de nuestra era, pasando luego (hace mil años) al Japón, donde tuvo un gran auge sobre todo entre la clase de los samurai. Fue realmente conocido en occidente solamente después de la segunda guerra mundial, cuando con la conquista del Japón por las tropas americanas, estas también descubrieron allí la hermosura de estas miniaturas de árboles, despertando en todo el mundo el interés por el Bonsai, y por su práctica.

Este arte trata de trabajar con elementos vivos, con plantas, y no con lienzos u otros materiales inertes. Un bonsaísta japonés habla con un pequeño arbolillo, le dice que los dos van a crear juntos un aspecto mucho más bonito que el actual, etc., se trata así de una colaboración íntima entre hombre y planta.

Para ser bonsaísta es imprescindible tener gran amor por la naturaleza y, muchísima paciencia y dedicación. Yo tardé en conseguir los Bonsai que se muestran en esta exposición en el Museo Evaristo Valle de Somió, Gijón, una media de 10 años.

Descubrí el Bonsai en octubre de 1976, en una visita a Harrods, en Londres, que me dejó la boca abierta y sin poder coger el sueño toda aquella noche. Luego compré por 11,50 libras un ínfimo Gingko Biloba, que por cierto, es la primera especie de árbol aparecida sobre nuestro planeta hace la friolera de 270 millones de años, i.e. antes incluso de los dinosaurios. Se puede hablar de que esta especie es un auténtico fósil viviente.

Para la creación de un Bonsai hay que emplear técnicas específicas, como preparar el suelo, realizar cuidadosos cortes, alambrado, pinzado, riego, óptima colocación (siempre en el exterior), etc., técnicas todas que saqué del entonces único libro japonés/inglés sobre este arte disponible, que me compré con el arbolillo y estudié durante los meses de invierno, hasta que el árbol, que enseguida había perdido todas sus hojas, por fin comenzó a brotar la siguiente primavera.

Aquel año mi mujer y yo iniciamos nuestra actividad de bonsaístas, trabajando diferentes especies, tanto de coníferas, como de caducifolios. Conseguimos apropiadas plantas, tanto de un gran vivero (Víctor) como recuperando algunos de ellos de la montaña. Participamos en Alemania, durante varios años, en cursillos con grandes maestros, que también vimos y admiramos luego en los congresos anuales de Bonsai por toda Europa (EBA).

Hay que verlos como un conjunto de maceta, árbol y plantas de acompañamiento, es todo como un “trocito de la naturaleza” al alcance de la mano, para quien se interesa por ella.

Rolf Beyebach

En Gijón, a 24 de marzo de 2020

Ilustramos el texto con tres fotografias de Senén Merino, de su serie “Ramas, hojas y troncos”, realizadas en el Espacio Bonsái del Museo, en 2018.

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