La obra de paso: Evaristo Valle. “Carnavalada”, c. 1925-1935

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16Nov
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La Obra de Paso

EVARISTO VALLE. Carnavalada, c. 1925-1935

Óleo sobre lienzo, 56 x 71 cm

Casa Museo Vaquero (Segovia)

En esta Carnavalada -procedente de la colección personal del arquitecto y pintor Joaquín Vaquero Palacios, quien la conservó con gran estima-, seis enmascarados danzan a las afueras de una pequeña población, con los característicos ademanes y posturas de los mascarones de Valle y las también habituales tonalidades nacaradas, rosadas y azules en sus ropajes, para las que el artista solía tomar como referencia la colección de conchas marinas heredada de su padre.

Por el bulto que uno de los personajes lleva a la espalda, quizá un cabrito o cordero lechal ofrecido por el pueblo a la manera de aguinaldo, pudiera tratarse de una carnavalada de invierno, ciclo festivo también asociado a la utilización de disfraces en la Asturias rural  en el periodo comprendido entre Navidad y el día de Reyes. La arcada baja de la construcción de la izquierda tal vez haga referencia a un molino de agua. El punto de fuga se pierde hacia las faldas montañosas en el centro de la composición, que acaso haya tenido un estado anterior, según la acusada costumbre del autor de repintar sus lienzos, fechable a principios de los años veinte.

Si bien Joaquín Vaquero había participado en diversas exposiciones colectivas de artistas asturianos durante la década de 1920, tanto en Asturias como en Madrid, su relación con Valle se estrecharía en Estados Unidos, en los primeros meses de 1928. Valle había sido invitado a exponer en Nueva York por el naviero gijonés Marcelino García Rubiera, quien, emigrado a América a los quince años, había fundado junto a Manuel Díaz Riestra la Compañía García Díaz, representante de la Compañía Transatlántica Española en Estados Unidos y Cuba. Con la mejor voluntad pero totalmente ajeno a las cuestiones artísticas, García Rubiera había conseguido para Evaristo las Gainsborough Galleries, en el 222 de la calle 59 oeste, al sur de Central Park, una sala poco frecuentada por los aficionados. En cambio, Joaquín Vaquero iba a mostrar sus obras en la célebre Knoedler Gallery, en el número 14 de la calle 57. La exposición debía inaugurase el 7 de enero, una semana antes que la de Valle, que tuvo lugar del 16 al 31 de enero, pero los lienzos de Vaquero, facturados en el puerto de Gijón, no aparecieron. García Rubiera y Manuel Díaz los encontraron finalmente en Hamburgo, llegaron en febrero y Valle hubo de prestarle marcos para presentar los cuadros. Si las visitas a la exhibición de Evaristo fueron escasas, la de Vaquero se saldó con gran éxito de crítica y ventas.

La amistad entre ambos continuaría en la década de 1930 y es muy posible que Carnavalada fuese adquirida por Joaquín Vaquero en mayo de 1935, con motivo de la exposición que Valle realizó en el Salón Peñalba de Oviedo. El Café Peñalba había sido inaugurado el 14 de agosto de 1929, en el número 14 la calle Uría, con un lateral acristalado sobre el Pasaje. Propiedad de los hermanos Maximino y Enrique Álvarez Victorero, era célebre por su tono distinguido y aristocrático y por ser sede de numerosas tertulias. Además, tenía como principal animador de su salón de arte a Vaquero.

Según el periodista Mario de la Viña, estrecho amigo por aquellos años del pintor, tras la Revolución de Octubre, Valle había caído en un período de abulia creativa. Vaquero le visitaba con frecuencia y, en febrero de 1935, terminaría convenciéndole de la conveniencia de presentarse en el Peñalba, con garantías de venta. Valle expuso sus pretensiones a los hermanos Victorero en abril y la muestra se inauguró el 29 de ese mes, estando abierta hasta el 16 de mayo. De las veintinueve obras exhibidas se vendieron veintitrés, una de ellas adquirida por Vaquero, probablemente esta Carnavalada. Durante el transcurso de la exposición, Valle se desplazaba todos los días desde Gijón a Oviedo en un automóvil de alquiler, en compañía de Mario de la Viña, quien relataba: “Aún recuerdo […] la cena que hicimos en casa de Joaquín Vaquero el día que […] se clausuró la exposición: Estaba la señora de Vaquero, pariente, si mal no recuerdo, de Rubén Darío, Vaquero, Evaristo, su hermano Antonio y yo. ¡Tiempos deliciosos!”

Valle deseaba hacer una nueva exposición en el Peñalba en septiembre de 1936, pero la Guerra Civil frustraría ese plan. Tras la caída del frente Norte, volvió a retomar el contacto con Vaquero, entonces en Santiago de Compostela, en una relación epistolar que continuó durante los primeros años cuarenta.

Joaquín Vaquero Palacios sería el artífice de uno de los últimos retratos fotográficos de Evaristo Valle, durante una visita que el matrimonio Vaquero Turcios realizó a la finca de La Redonda, hoy Fundación Museo Evaristo Valle, en 1950. En la serie de fotografías correspondientes a aquella jornada, se ve a Valle, a Vaquero y su esposa, Rosa Turcios Darío -sobrina de Rubén Darío-, y a María Rodríguez del Valle y José María Rodríguez González, sobrinos del pintor, propietarios de la finca y fundadores del futuro museo. Vaquero fue el autor del proyecto original del pabellón moderno de la Fundación, entonces planteado como un volumen adosado al antiguo palacete, plan que no se llevaría a cabo.

Fotografías: Joaquín Vaquero Palacios. La Redonda, 1950. Izquierda: Evaristo Valle y Rosa Turcios. Derecha: José María Rodríguez, sin identificar, María Rodríguez del Valle, Evaristo Valle, Rosa Turcios y Joaquín Vaquero Palacios.

Se da la circunstancia que una obra pictórica de Joaquín Vaquero, también procedente de la colección de la Casa Museo Vaquero de Segovia, se exhibe en el Museo Evaristo Valle al mismo tiempo que esta Carnavalada: Medianerías, un óleo sobre cartón fechado hacia 1925, que forma parte de la exposición “En los márgenes de la Edad de Plata. Realismo mágico en Asturias, 1920-1937”, en el que Vaquero representó a Rosa, por entonces su prometida. Con la presencia de ambos cuadros en el museo, Evaristo Valle, Joaquín Vaquero y Rosa Turcios se reúnen de nuevo en La Redonda.

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