El próximo domingo, 25 de septiembre de 2016, se clausurará en el Museo Evaristo Valle la exposición Oteiza en la colección del MAS | Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander y Cantabria. Donación Pablo Schabelsky que reúne las once esculturas de Jorge Oteiza (Orio 1908 – San Sebastián 2003) pertenecientes al museo Cántabro y que se complementa con Caja Vacía, obra procedente de una colección particular.
Esta once esculturas, fundiciones de bronce y zinc pertenecientes a su etapa figurativa, realizadas entre 1949 y 1969, fueron donadas al Museo de Santander en 1997, dentro de otra donación mas amplia que realizaría Pablo Schabelsky, nacido en San Petersburgo en 1914, quien con nueve años sería adoptado al morir su padre en plena Revolución Rusa, por sus tíos en Cantabria, convirtiéndose a la postre en un importante y generoso coleccionista de arte.
Las primeras esculturas de esta exposición, de 1949, se corresponden con el regreso de Oteiza a España después de su periplo americano donde se forjó su interés por la cultura precolombina, interés compartido también con Henry Moore, al que conocería en esas fechas y cuya obra tuvo una notable influencia en el trabajo de Oteiza de este periodo, tal es el caso de Mujeres murmurando, 1949 o Figuras, 1949, pertenecientes a esta colección. A partir de 1950 aparecen nuevos planteamientos en sus investigaciones sobre la figura humana, de formatos verticales, vaciados en canal y de carácter mas existencialista como Adán y Eva, 1951 y Xenpelar, 1969.
Las dos etapas de sus fundamentales investigaciones alrededor de los trabajos preparatorios para las esculturas del hito multidisciplinar que representó la construcción del Monasterio de Aránzazu, están representadas aquí por Cabeza de Apóstol para Aránzazu y Asunción para Aránzazu, ambas de 1952, Friso con cuatro Apóstoles, c. 1953 y Piedad de Aránzazu, de 1969.
Testimonialmente completa e ilustra la exposición Caja vacía, de 1958, perteneciente a sus importantes aportaciones dentro de la obra abstracta, al estudio del vacío como lugar sagrado y de protección, y en contraste con la primera obra de la exposición Arrijasotzaile con la piedra cilíndrica, 1949.
“Díscolo, indómito, provocador, incomodo, rebelde, fugitivo, irrepetible, conspirador (“yo amo las situaciones que nos obligan a conspirar”), proteico, pero no en el sentido de disperso, sino en el sentido de que su obra lo abarca todo (lo filosófico, lo antropológico, la estética, la ética e incluso lo utópico), poliédrico, en permanente lucha contra el engaño y la impostura, quijotesco, agitador cultural, disidente, inconformista, conciencia crítica, Jorge Oteiza es todo y mas…”. Así define Gregorio Díaz Ereño, Director del Museo Oteiza, la figura de un artista tan complejo, cuya obra ha trascendido fronteras y hoy es reconocido como uno de los creadores mas importantes del siglo XX.