Coincidiendo con la clausura de la exposición “Renacer del bosque”, la obra de Ángel Domínguez-Gil compuesta por una instalación de 7 piezas de cerámica suspendida de sendas estructuras de acero e integradas en el jardín del museo en un diálogo con las esculturas de Christa Beissel (1924-2005) pasan a formar parte del Parque Escultórico del Museo Evaristo Valle, en calidad de depósito, integrado así en sus Jardines Históricos que acogen más de medio centenar de esculturas de Arte Contemporáneo, mayoritariamente de artistas asturianos, pero también leoneses, vascos, alemanes, japonés y americanos.

Renacer del bosque: La visión fugaz de la voracidad de las llamas, la conversación con un amigo angustiado, la reflexión sobre imprevisiones y desintereses humanos y la profunda raíz que Domínguez-Gil hunde en el occidente de Asturias, asolado por un terrible incendio, forjaron en su mente la necesidad de expresar el sufrimiento de la naturaleza, pero también su capacidad de renacimiento. Es esta regeneración, la magia de la naturaleza que se reinventa en un ciclo secreto de vida la historia que el autor cuenta con el lenguaje de la cerámica.

Ángel Domínguez-Gil (Gijón, 1956), descubrió la técnica de la cerámica en la década de los 70, de manos de un alfarero tradicional. A lo largo de sus 30 años de trayectoria expositiva y de su labor como profesor en la Escuela Municipal de Cerámica de Avilés, Domínguez-Gil ha transitado de la búsqueda de formas y texturas a la exploración de lo conceptual, desde donde parte su creación y laten sus últimas obras. La cerámica que cuenta una historia.

Domínguez-Gil es un narrador que observa, juega, provoca y denuncia; un relator que mira de frente el mundo, a la gente y los acontecimientos en una visión inseparable de su preocupación constante por la naturaleza. Esta declaración de intenciones, que comenzó con “Situaciones” (2000) y ha ido consolidándose a lo largo del tiempo hasta la presentación de “Gritos del bosque” en As Quintas, La Caridad, en 2017.